Hace unos días, a raíz de la polémica creada por la visita de la
bloguera cubana Yoani Sánchez a Miami, escuché en un programa de micrófono abierto
(específicamente en radio mambí a las seis de la tarde) cuando un radio escucha
hacia la siguiente pregunta: Entonces ¿cómo catalogarían a Gorki Águila que
viene aquí a Miami y no sólo habla mal del gobierno cubano, sino que hasta lo
ofende, luego regresa a Cuba y no le pasa nada? La
respuesta no se hizo esperar, Armando Pérez Roura le contestó: ¡Gorki también es
un castrista! ¿Qué hubiera sido de Cuba si en lugar de llegar al poder los
hermanos Castro, hubieran llegado estos intransigentes de Miami? ¡La misma
mierda! Aparentemente Cuba estaba condenada, y los que perdieron la vida
tratando de derrocar a la tiranía, la hubieran perdido de todos modos. Porque a
la democracia y las libertades de estos dos extremos sólo tienen derecho los que
piensan igual que ellos. Para estos gánster de la política no hay
contrincantes, sino enemigos. Es como si dos púgiles se enfrentaran a puños en
un ring, y luego se cayeran a tiros en la calle.
Cuba no era así. Según me
cuentan, antes en cualquier familia había diferentes ideas políticas. Estaban
los liberales, los auténticos, conservadores y hasta socialistas, todos
sentados a una misma mesa, jugando dominó y hablando de política, cuando la
vieja gritaba desde la cocina: ¡La comidaaaaa! Todos a la mesa a compartir los
alimentos y se acabó la discusión.
¿Cuál es la Cuba que nos
espera con extremos como los de hoy en día? No sé, pero democrática no va a
ser.
Lo que no acabamos de
comprender, es que no hay cultura política en la Cuba de hoy; los disidentes,
los opositores y el pueblo en su conjunto no sabe de libertades, democracia ni
de la expresión libre de la ideas, y nosotros que estamos viviendo en ella, en
lugar de educarlos, de mostrarles el camino del respeto a los derechos no lo
hacemos, en lugar de ello, los acusamos de castrista, comunistas y agentes del
G2.
Los opositores y disidentes
cubanos creen que política es hacer documentos, formar partidos en grupos no gubernamentales
y denunciar los abusos de la tiranía. Nadie practica la base de la política activa,
nadie hace proselitismo y nadie ha llegado a poner en riesgo la estabilidad de
la dictadura (Amen de Oswaldo Payá Sardiñas) Y nosotros que vivimos en libertad
y democracia, en lugar de educarlos, de aconsejarlos y de enseñarles el camino
a la democracia los acosamos, difamamos y hasta los ofendemos.
Y es que no saben, no
saben. Es verdad que no saben, y aunque crean que se las saben todas, no saben
nada de política. La dictadura se ha encargado de desinformarnos al punto de
creer que el extranjero es en colores y Cuba es mustia, opaca, sucia.
La oposición cubana
necesita trabajar por la libertad y los derechos. ¿Pero como lo va a hacer si
no los dejamos, si no los apoyamos? Si nos dan fondos para apoyarlos, gastamos el
90 por ciento en infraestructura, salarios y viajes, y le mandamos el 10 por
ciento restante para que con esa migaja hagan democracia y arriesguen el
pellejo, sin empleo, sin medios de transporte ni de comunicación. Y cuando
piden ayuda de allá, los acusamos de descarados, deshonestos y vividores ¡Descarados
somos los que nos robamos el dinero de la libertad de Cuba, los que hacemos de
la Patria un pedestal!
Es verdad que hay muchos
dentro de Cuba que han hecho de la lucha un modo de vida; pero no son todos; pero
si aún lo fueran, y con ese modo de vida pusieran en peligro la estabilidad de
la dictadura, entonces vale la pena la manera de vivir. Afuera de la Isla hay
muchos que también han hecho de la desgracia de Cuba un modo de vida, que si no
fuera por la dictadura no fuesen ricos, ni tuvieran contratos millonarios, ni Grand,
ni nada. ¿Criticamos a esos vampiros de la desgracia cubana? No, porque muchos
de ellos somos nosotros mismos.
Creo que todo cubano tiene
derecho a luchar por la libertad de su Patria, sea de la tendencia política que
sea y cualquiera que sea el motivo que lo impulsa; el objetivo por el momento,
es salir de la dictadura. Cuando haya libertad y democracia, y podamos debatir civilizadamente,
que gane el mejor.
Luis Alberto Ramírez
(Katungo)