martes, 31 de julio de 2012

sábado, 21 de julio de 2012

"Los médicos también comen"




Corría el año 1989 y estaba yo preso en la cárcel “Combinado del Este” ala sur primer piso, La Habana Cuba. Hablaba con un compañero de celda de nombre Roberto, médico de profesión (no recuerdo el apellido) estaba cumpliendo una sentencia de cinco años de privación de libertad por el delito de corrupción.

Los hechos fueron los siguientes, según me contó: El Estado Cubano le había otorgado el privilegio de comprar un auto soviético por su destacada labor en la medicina. Había quedado ese mes como obrero destacado y le habían dado un reconocimiento por su labor con todo y diploma. Mas eufórico no podía estar. En su afán por aprender a conducir y sacar la debida licencia, el médico cometió un error, chocó el coche contra un árbol que se cruzó en la calle.

Para nadie es un secreto que reparar un coche en Cuba es más complicado que obtener los documentos de residencia para un mejicano en los Estados Unidos. Cuando encuentras el taller, no vino a trabajar el mecánico, y cuando hay taller y mecánico, no existe la pieza; de manera que el médico no tuvo más remedio que recurrir a un mecánico de bolsa negra. Ese si tiene la pieza, el taller portátil y la voluntad necesaria para pasarse horas bajo el ardiente sol, lleno de grasa hasta los dientes con tal de ganarse unos pesitos. El mecánico no vivía muy lejos de su casa, así que lo llamó, y quedaron en arreglar el auto ese mismo día. Dos horas fueron suficientes para que el talentoso mecánico compusiera el rutilante coche ruso. A la hora de cobrar la labor y las piezas usadas, el disgusto del médico no se pudo ocultar. Amarró el rostro como cuando un marino ata un cabo a la bita del barco, puso cara de Popeye cuando el mecánico le dijo: Son quinientos pesos (por ser a ti) afirmó con soltura. Quinientos pesos es mucho más que mi salario mensual con todo y horas extras, pensó el desafortunado médico.

Siete días con sus siete noches pasaron y al médico no se le borraba de la mente que un mecánico improvisado, sin más educación que la primaria, haya ganado en dos horas más de lo que el ganaba en todo un mes, después de haberse pasado toda su vida estudiando ¡no es justo! creyó.

Una noche, después de haber pasado casi un mes de lo del coche, tocaron a su puerta. Eran ya pasadas las 12 y todos en casa dormían, él no lo hacía porque estudiaba algunas historias clínicas que no había tenido tiempo de revisar en el hospital. Al abrir la puerta se asombró al ver al mecánico en el umbral con cara de muerto. - ¡Doctor me estoy muriendo, me duele hasta la lengua! Dijo el mecánico con voz de ultratumba y más asustado que un ratón cuando es perseguido por una lechuza. - Pasa, pasa y toma asiento, enseguida te atiendo. Dijo el médico al tiempo que se ponía el estetoscopio y le tomaba la presión arterial. Lo revisó de pies a cabeza, le hizo pruebas de glucosa y de cuando había a su alcance. El mecánico no tenía nada serio, había contraído gripe en días anteriores y se pasó de tragos y las defensas le jugaron una mala pasada, pero nada de qué preocuparse. Le dio unos calmantes, y le prohibió tomar bebidas espirituosas mientras estaba bajo tratamiento médico. Sin embargo, el medico aún no había borrado de su mente por completo los quinientos pesos que le había cobrado por el arreglo del coche, de manera que aprovechó la oportunidad para hacerle saber al indolente mecánico que todo en esta vida tiene un precio, incluso la salud. Le hizo unas recetas y al momento de entregárselas le dijo – Son quinientos pesos. El mecánico lo miró como quien ve un OVNI en el cielo y aun mirándolo no quiere creerlo. ¡Quinientos pesos! expresó completamente sorprendido. –Si, quinientos. Dijo el médico, luego explicó –tu cobras tu trabajo ¿por qué no he de cobrar yo el mío? El mecánico lo miró con cara de burro, sin saber que decir, ni que hacer, luego se marchó, al tiempo que le dijo –Mañana te pago..

Al día siguiente se presentó la policía en su oficina del hospital y lo detuvo acusándolo de corrupción y de usar los medios básicos del Estado cubano en beneficio personal, lo demás es historia.

Hoy en Cuba hay una cacería de brujas en contra de los médicos que cobran por su trabajo. ¿Es que acaso en Cuba es un delito ser médico? Aparentemente sí, porque. ¿Cuál es la razón por la que un panadero, dulcero, rellenador de fosforeras, ponchero, limpia botas o cualquier idiota cobra por su trabajo, y un médico no? ¡Porque en Cuba la medicina es social! (me diría un ciego castrista) Bueno pero se puede tener un compromiso social por un tiempo, el otro tiempo bien pudiera ser un compromiso familiar. Porque el hijo de un medico también tiene derecho a tener, comer y compartir los mismos privilegios que tiene el hijo de un limpiabotas, estacionador de coches en la Habana vieja o rellenador de fosforeras. ¿O no? Los profesionales de la salud en Cuba son los trabajadores más sacrificados por la sociedad, y la sociedad los ignora. Los mandan a misiones a las praderas de África, a las selvas del amazonas, al desierto de Sahara. Los mandan también a zonas de guerras, conflictos armados, terremotos, pandemias y a cuanto lugar la tiranía castrista los pueda explotar. Sin embargo, los médicos cubanos siempre están ahí, sacrificándose por los demás, incluso mintiendo y hasta violando su juramento hipocrático en beneficio de la política del Estado.

La tiranía cubana demuestra con esta última pasada cacería de brujas en contra de los médicos, que no tienen compasión con nadie, incluso con aquellos que le han ayudado a mentir diciendo que Cuba es una potencia médica mundial



Luis Alberto Ramírez Katungo.


jueves, 12 de julio de 2012

El último de los balseros (segunda parte)

miércoles, 11 de julio de 2012

viernes, 6 de julio de 2012

Promo videos KATUNGO.

jueves, 5 de julio de 2012

Mentiras. By Katungo.

miércoles, 4 de julio de 2012

El experimento. By Katungo.