miércoles, 28 de julio de 2010

Rebelión en el gallinero

Si Jeorge Orwell estuviera vivo modificaría su obra “Rebelión en la granja” para argumentarla con el tema de Cuba. O por lo menos hiciera una segunda parte con ese tema como argumento, y la titularía. “Rebelión en el gallinero”. La partida de gallinas que como gallos asaltaron el poder en 1959 y que durante 51 años ya, ha aplastado la existencia de la gran mayoría de los cubanos, hoy no tienen siquiera plumas para seguir cacareando.
Las señales cabalgan apresuradamente sobre el ocaso de la revolución con tal alboroto que ni siquiera para un ciego pasaría inadvertido el desenlace fatal. No son señales imaginarias de un vidente, un babalow o astrólogo frente a una esfera de cristal o una caja luminiscente del mismo material, son hechos que se apresuran a acabar de una buena vez con todo lo malo.

Los ancianos que se aferran al poder con sus arrugadas, huesudas y encorvadas garras, están en la parte más alta del gallinero y no saben como calmar el corral. Ya no pueden bajar a calmar los ánimos porque podrían tropezar y perder las pocas plumas que les quedan. No puede haber cambios, ni siquiera pueden escuchar consejos, porque un solo error daría el alimento necesario al imponderable que pondría fin a su existencia.

El gobierno de Cuba actualmente es un milagro del equilibrio político, una casualidad fatal que se mantiene a flote por obra de miedos y costumbres que viven en la mente de los cubanos como parásitos adaptados a pasar de una generación otra sin hacer demasiado esfuerzo. La dictadura cubana está gastando la poca inercia que les queda, una inercia con pocos obstáculos en su trayectoria, que va agotando su energía poco a poco, solo evitando que se interponga en su camino el obstáculo necesario para detenerla.

Las palabras huecas de Machado Ventura este pasado 26 de Julio solo acentuaron la tesis de que ya no hay más que se pueda hacer. La falta de un mensaje positivo por parte del dictador de turno, la aparición hasta en la sopa del depauperado anciano en Jefe, las deportaciones forzosas de presos de conciencia, el desbarajuste político en el seno joven de la nomenclatura, el chiquero económico nacional, y el miedo a poner en libertad a los presos que quedan, confirma que solo basta esperar que las cosas pasen. Están a la espera del imponderable.

Quien conozca de primera mano el comportamiento social en la Cuba actual, sabe que hasta el más idiota de los locos es capaz de llevar las riendas de la dirección del país. Cuba es una especie de gallinero donde todos tratan de picotear su propio maíz, y defecarlo todo sin importar a quien le caen las heces. Sin embargo, hay hechos que son como agujas que atraviesan el sentir nacional, y laceran mortalmente el método decadente de la dictadura para reprimir y gobernar. No es lo mismo hoy que ayer. Ayer la muerte cabalgaba a sus anchas sin escatimar espacios para actuar. Hoy no, hoy la tecnología ha dicho basta e hizo que Orlando Zapata Tamayo se convirtiera en una victima del castrismo de importancia mundial. Guillermo Fariñas en un héroe de cobertura internacional, las Damas de Blanco, los Bloguer, la prensa independiente, la oposición y la opinión publica internacional; todo esto justo, es la química que quema, sin lugar a dudas, la existencia del castrismo, es la espina que corta las largas plumas de sus alas negras, es la rebelión que incendiará el gallinero.

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