miércoles, 16 de septiembre de 2009

El hombre lobo ataca de nuevo

La televisión cubana exhibió un documental en el que mostraban al exilio cubano como si fuésemos integrantes de una manada de simios embravecidos peleando a vivos gritos y dándonos golpes en el pecho para controlar el territorio de nuestras razones. El documental en cuestión fue trucado; manifestaciones de unos cuantos idiotas mezclados con multitudes, declaraciones sacadas de contexto. Pero ¿Quiénes les dieron el caldo de cultivo a los castristas para que pudieran armar tan profesionalmente ese documental?

Los políticos tienen que tener la capacidad (más que cualquier otra cosa) de poder convertir las derrotas en victorias, cuando un político se aferra a conceptos impopulares con el objetivo de convertir sus ideas en ley, y sus razones en la única verdad, pierde la pelea aun antes de empezar. Para poder ser un narcisista a carta cabal, primero debe convencer a las masas de que no se es, luego entonces (nunca antes de llegar al objetivo) una vez estén todos convencidos de que es lo que aparenta y no lo que verdaderamente es, entonces, y solo entonces, puede hacer con las masas lo que le de la gana, no antes. Pero para aprender estos pequeños, pero importantes detalles, deben los políticos estudiar a los grandes dictadores y sátrapas de la historia política de la humanidad, ninguno llegó a ningún lugar con la fuerza de la verdad sino, con la humildad de sus mentiras. Si tenemos en cuenta este concepto práctico, y más cierto que el evangelio, puede un contrincante echar la batalla, de lo contrario, que ni entre al ruedo.

Nosotros los cubanos perdimos la batalla del niño Elian González, ¿por qué? por los mismos motivos que ahora estamos a punto de perder la batalla del concierto, y aunque son dos cosas totalmente opuestas, los métodos usados por la dictadura son exactamente los mismos, sin embargo, no aprendemos, seguimos bailando al son de la música que nos toca Castro.

En la próxima pasada manifestación en contra del dichoso concierto, unos cuantos agitadores, no más de siete, quemaron camisas negras y rompieron discos del cantante colombiano en protesta por su deseo de realizar la pachanga en La Habana, todos los medios de prensa en el mundo transmitieron las imágenes y acusaron a toda la diáspora cubana de intransigentes, ultraderechistas, fascistas, falangistas y de cuanto Dios crió; mintieron y sacaron de contexto esa manifestación de libertad por usar métodos reservados solo a los extremos, nadie, ni por asomo dijo jamás que esos absurdos métodos lo usaron unos cuantos, no más de diez. Sin embargo, sí sabemos que eso es así y que siempre sucede lo mismo ¿por qué repetimos el mismo error una y otra vez? A veces me pongo a pensar y llego a conclusiones que no debía llegar, como por ejemplo: ¿Será justamente ese el objetivo? ¿Estaremos deliberadamente haciendo esas cosas para echarle la leña necesaria al fuego cruzado del descrédito internacional?

¿No aprendemos? Eso no justifica la repetición de los mismos errores. El próximo domingo veintidós, en lugar de romper discos con mandarrias, le van a pasar con una aplanadora mecánica por arriba, no solo a los discos de Juanes sino, a los de Olga Tañón, Bosé y de cuanto cantante ose subirse a la tarima con Juanes ¿Qué cosa es esa? ¿Por qué hacen eso? ¿Qué pasó con el concierto paralelo, con las críticas del exilio, con la negativa de aceptar esas manifestaciones como si fueran fruto del esfuerzo de toda la diáspora cubana? ¿No aprenden, o no quieren comprender?

A mi que me saquen de ese rollo, no estoy de acuerdo con el concierto, lo he dicho muchas veces, pero también he dicho que Juanes tiene ese derecho y debemos todos respetarlo, estando o no de acuerdo, lo que no debemos hacer, estando y sin estar, es darle los argumentos necesarios a la dictadura castrista para convertir sus reveces en victorias. Muchas gracias.

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