martes, 1 de febrero de 2011

El síndrome de Agamenón




Es muy difícil para un gobernante de corte totalitario procesar las emociones ajenas a sus sentimientos más profundos. Para los líderes totalitarios del mundo el sentimiento nacional esta intrínsicamente en sintonía con su razonamiento. Este comportamiento debería tener una asignatura en la cátedra de psicología, porque ésta es una constante en todos los líderes políticos aun antes de que la humanidad comprendiera que para sobrevivir debía enfocar su existencia en un comportamiento social. Aun hoy vemos cotidianamente ese empecinamiento, equivoco comportamiento y sus consecuencias.

Agamenon fue si se quiere el líder más empecinado de la historia según Homero, tanto se empecinó en sus ideas que llegó hasta asesinar a su propia hija para demostrar que su poder era incuestionable. Sitió por más de diez años a la amurallada cuidad de Troya, y por amor a su cuñada, miles de griegos murieron y Troya desapareció de la faz de la Tierra, para al final, morir por su razón.

El Presidente Mubarak tiene 82 años, está en el poder desde 1981, y aparentemente padece del síndrome de Agamenon Light. No se ha dado cuenta quizás de lo que está sucediendo en el Cairo. Ha tenido buenas relaciones con la única democracia en el medio oriente, y con Estados Unidos, sin embargo, internamente se ha defecado en la democracia, la libertad y los derechos de forma muy sutil; este empecinamiento ha parido las consecuencias de siempre. ¡Los radicales y oportunistas aprovechan la oportunidad y no dejan más alternativas que el radicalismo! Porque, aunque Mubarak tenía el respaldo de las democracias más fuertes de occidente, y nunca permitió contaminación de democracia alguna, si quiso nadar entre las dos aguas; ahora recoge el fruto podrido de su cosecha.

Otros líderes de la zona tienen sus bardas en remojo. Sin embargo, sus totalitarios comportamientos son tan radicales que es muy difícil que ardan en llamas. Kadafi por ejemplo. Está en el poder desde 1969, es responsable en gran medida del odio que le profesa esa zona a occidente; se le acusa de terrorismo de estado, de asesino compulsivo, y de cuanta cosa mala puede cometer un líder. Pero aparentemente, por razones que nadie ha llegado a entender, ha moderado su discurso antiimperialista y se asegura a instancias de sus radicales razones.

Jamenei es otro que bien baila, se instaló en el poder después de la muerte de su predecesor el ayatolá Jameini, y desde entonces ha manipulado el poder a su antojo y ha logrado atornillarse en Irán bajo la tuerca protectora del odio del Islam contra occidente.

Abdalá I Rey de Arabia Saudita, ese si se las trae; viene de una dinastía saudí que gobierna Arabia desde 1932 y aunque ha modernizado la monarquía, y se permiten ciertas libertades no es de extrañar que se sienta algo nervioso.

Esta falla en la placa social de la zona se debe a un factor que ningún líder puede olvidar: ¡Ningún régimen social en la cuna de la humanidad sobrevive tratando de imitar el comportamiento de occidente! Allí se es, o no se es. El presidente Mubarak como único sale airoso de esta encrucijada es demostrando a fuerza de poder, el poder sus fuerzas, así es como único puede sobrevivir y evitar que en poco tiempo su pellejo se derrita bajo el ardiente sol de las calles del Cairo. Para corroborar esta afirmación basta con saber quienes llevan la voz cantante en estas protestas. Los hermanos musulmanes, que hasta hace unos meses eran una fuerza minoritaria en el parlamento, hoy se apresuran a tomar las riendas de la nación y no cabe la menos duda que ellos no van a cometer el mismo error de Mubarak.

Veo a occidente regocijado, eufórico, y lleno de júbilo importado creyendo que lo que sucede en el Cairo es consecuencia de la opresión, y la baja calidad social; y no saben cuan equivocados están. Si lo que sucede en Egipto fuera consecuencia de que el cuarenta por ciento de la población vive con menos de dos dólares al día, entonces en Cuba ya hace rato hubiera sucedido, teniendo en cuenta que el ochenta por ciento de los cubanos viven con menos de veinticinco centavos. Si fuera cierto que lo que sucede por aquellos lares fuera consecuencia del fraude electoral, entonces en Cuba hubiera sucedido hace tiempo porque lo que menos hay en la isla son elecciones. Si fuera, por ejemplo, consecuencia del tiempo que Mubarak lleva gobernando Egipto, entonces a Castro hay que hacerle una esfinge. No es consecuencia de nada que no pueda soportar una sociedad; es simplemente que Mubarak no supo desarrollar bien el síndrome de Agamenon.

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