lunes, 21 de septiembre de 2009

La próxima rumba

Hay muchas personas que opinan hoy, después del concierto en la Plaza de la revolución en La Habana, que la pachanga superó todas las expectativas. Yo no, yo sabía que iba ser exactamente así; Juanes no podría haber dicho más de lo que dijo porque verdaderamente dijo mucho más que lo que le permitieron decir, además, la atmósfera que envuelve la vida o la estancia dentro de la Isla te atrapa de tal manera que el subconsciente y el espíritu de sobrevivencia se te activan de modo que haces exactamente lo que hacen los demás, es como una epidemia, como una enfermedad contagiosa que te obliga a comportarte de forma cautelosa, y al fin de la jornada, terminas como todos, hablando de manera metafórica y diciendo lo que querías decir de manera que no se te pueda entender. Sin embargo, en algo si coincido con la mayoría, y es justamente en el hecho de que no se hicieron declaraciones de apoyo al régimen de ninguna clase, más bien se hizo mención a la libertad tantas veces que el verdadero significado de la palabra se diluyó en el escenario y no llegó al público.

Existieron algunos detalles que me gustaría destacar. Antes que todo, quiero significar que todas las partes, incluso la oficialista, se portó a la altura de las circunstancias, es decir, para mí, fue la primera vez en 50 años que se contagiaron de libertad, que la democracia los embarró de manera que, las declaraciones a las que siempre se ven obligados se diluyeron ante la presencia de artistas libres, se sintieron protegidos por las circunstancias, inclusive, Silvio Rodríguez, para no quedarse al margen, tuvo un comportamiento mesurado, interpretó una canción la cual en su momento lo acercó filosóficamente al pueblo de Cuba, y para no contaminarse demasiado con los aires de libertad que soplaban en aquel escenario, no participó de la gran final, quizás para no verse en la obligación de escuchar la palabras y evocaciones que él seguramente sabía que se dirían.

No voy a repetir aquí, en este escueto comentario lo que dijeron cada uno de los participantes, lo que haré es cortarle un poco de leva a la mediocridad que opacó de cierta forma la luminosidad del evento. ¿De dónde sacaron a la tal Cucú diamante esa? Dijo en una, no se si canción o graznido, que le hace falta un burro que se la lleve ¿pa’dónde? La verdad que a un evento como ese no se debe llevar cualquier cosa, diz que se hacen llamar “Hierbabuena” parece que en verdad estaba buena la yerba que se fumaron antes de subir al escenario porque ¡coñ… que mal cantan! Por lo demás, me parece que no se pudo hacer más, con lo que hicieron fue suficiente, ahora bien, dos cosas quedaron bien explícitas, la primera, los artistas cubanos, por primera vez, no se si por la presencia de Olga, Bosé y Juanes, participaron en un evento multitudinario y no se vieron en el compromiso de mandarle un saludo al Comandante, no hicieron alusión al “bloqueo”, el imperialismo o la revolución, más bien hicieron todo lo contrario, Silvio interpretó una canción que todo el pueblo cubano sabe que es en contra de Fidel Castro, eso no tiene ni tuvo nunca discusión, los Van Van, y Amauri se limitaron a interpretar solo canciones de su emblemático repertorio y el ambiente ciertamente, por primera vez (en ese lugar) no tuvo que soportar siquiera en mención, la imagen de Fidel Castro. Por otra parte, Juanes, y Olga se llevaron, aparte del cariño incondicional del pueblo cubano, la convicción de que con el gobierno de Cuba no hay arreglo, supieron de primera mano que son autoritarios, represivos e totalmente intolerantes; lo demuestra el hecho de que Juanes tuvo que dar las gracias, no solo a los que lo acompañaron en la tarima sino, a los que no dejaron que lo acompañara.

Para ser honesto, y estar a bien con mi conciencia, debo decir que Juanes hizo mucho más de lo que pudo. Aunque no estoy de acuerdo con ninguna pachanga a celebrarse en Cuba porque en todas influye la imagen castrista, en ésta, poco que ver. Las circunstancias que pudieron mejorar la imagen del gobierno cubano se vieron manchadas con su comportamiento, es decir, Juanes los obligó a negar la asistencia de artistas no gubernamentales, y a encerrar forzosamente a opositores en sus casas, eso demostró ante el mundo una vez más, que ese gobierno es totalmente intolerante a la libertad artística. Los pocos focos de intolerancia en la diáspora solo son los efectos de la inercia emocional, nada más, en pocos días nos olvidaremos de Juanes, Olga y el concierto de marras, y esperaremos ansiosamente la nueva puesta en escena, estaremos atentos a la escucha del primer tambor que suene en La Habana, para formar de nuevo, otra rumba. Muchas gracias.

2 comentarios:

Jose Gonzalez dijo...

Luis,nunca estuve a favor del "concierto",y los "cantantes" participantes,en mi opinion,como minimo,son tan oportunistas como hipocritas al aprovechar una situacion politica para su provecho y al mimso tiempo "pintarse ellos mismos de apoliticos".

Yo al menos no estoy preparado para ninguna otra "rumba",y espero que no existan mas "artistas" que se presten a hacerle el viejo juego al regimen.

Recuerdo una frase de no se quien del siglo XIX,.."los cubanos bailan al ritmo de sus cadenas"..

saludos

Luis Alberto Ramírez dijo...

Sienpre habrá un tambor que suene, una lata con un palo y alguien que se le ocurra alborotar el panal, abejas son las que sobran. Un fuerte abrazo. Luis