lunes, 29 de septiembre de 2008

Reseñas de un peligroso viaje II

Cuando se abrió la puerta del aeropuerto el calor de la calle me dio un golpe desagradable al rostro, el repugnante olor, mezcla de gasolina, aceite quemado, humo de caucho y cigarrillo negro parecía cortarme la respiración, no fue hasta que poco a poco me fui acomodando al nuevo ambiente que pude respirar con soltura. Muchos años fuera de aquella tierra, ya no estaba acostumbrado a ese olor ambiental tan peculiar y paradójicamente acogedor.

Todos me esperaban con feliz semblante. Cariñosos besos y abrazos se repartieron sin escatimación alguna. Un taxista alto en verdad, se apresuró a brindarme sus servicios, medía casi siete pies, cara arrugada, parecía acabadita de sacar de una botella, uniforme blanco y negro, empercudido y con leve olor a sudor. El taxi estaba peor que él, tenia oxido por doquier, el interior sucio a más no poder, no tenia aire acondicionado y el motor sonaba infernalmente y olía a rayo encendido. Emprendimos viaje al apartamento de mi hermana que queda por allá por el Cerro, exactamente en Ayestaran y Bruzon. La avenida Boyeros, yo creo que Boyeros de avenida ya no tiene nada, la carretera está completamente deteriorada, el muro que divide las vías parece tener mas de mil años, está despreocupadamente sucio, las luces que supuestamente alumbran la avenida no alumbran casi nada y los semáforos no se sabe si tienen luces verdes, amarillas y rojas o simplemente opacas luces. Siempre Cuba fue un lugar de mucho ajetreo poblacional, pero ahora parece haberse agudizado ese ir y venir de gentes ociosas jaba en mano sin saber para donde van ni de donde vienen. Un amigo mío hace algún tiempo en forma de chiste me dijo lo siguiente “Los cubanos son distintos a todos los seres humanos” ¿por qué? Le pregunté ingenuamente. Mi amigo me respondió con una sonrisa burlona en su rostro “Porque los seres humanos se dividen en tres y el cubano en cuatro” ¿cómo así? Pregunté aun mas intrigado. “Porque los seres humanos normales se dividen el cabeza, tronco y extremidades, y el cubano se divide en cabeza, tronco, extremidades y java” Yo no lo había notado, es cierto, cuando vivía en Cuba yo también quizás pertenecía a esa especie, pero no me di cuenta hasta ahora que lo veía desde las gradas ¡es verdad! Todos andaban con una bolsa de nylon en su mano, algunas vacías otras con algo en su interior, pero ciertamente todos tenían java.

Esa noche casi no pude pegar los ojos, estaba fuera de mi casa y debía adaptarme a las nuevas condiciones, sin embargo, dormí relativamente bien. Temprano en la mañana me encaminé al Hotel Chateu en Miramar a recoger el auto que desde Miami había alquilado. Cuatrocientos cuarenta dólares por nueve días pagué en una agencia del sur de la Florida, sin embargo, en Cuba tuve que pagar 15 diarios por el seguro, tres al día por el chofer asignado y $ 250 de deposito, pero lo trágico de esto no es lo altamente caro del alquiler sino, que el dinero que se paga en Cuba es con el descuento del 20 % que hace el gobierno de Cuba, es decir, en este sentido se multiplica la estafa. Cuando vi el auto quise deshacer el contrato pero ya era tarde, según el funcionario si deshacía el contrato perdía los $ 440.00 que di de depósito en Miami. No más alternativa, quedarme con el auto era lo razonable. Hasta ahora no se que modelo era. Un Kia pequeño, de cuatro plazas, mecánico, blanco por fuera y sucio por dentro, lo único que tenía bueno era el aire acondicionado.
Luís Alberto Ramírez - Miami

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