miércoles, 15 de julio de 2009

Las nalgas migratorias

Estaba pasándome una temporadita en la prisión Combinado del Este de La Habana por allá por el año 1990, cuando fui testigo de la llegada de los excluibles a Cuba. Los excluibles eran algunos de aquellos presos que Fidel Castro sacó de las cárceles cubanas y envió a Estados Unidos en el éxodo del Mariel de 1980. No sé cómo se las arregló el gobierno americano para convencer a Fidel de que permitiera el regreso de esos delincuentes a Cuba. Considero que bastante caro les costó, teniendo en cuanta que en aquellos tiempos todavía no se habían firmado los acuerdos migratorios de 1994 y Estados Unidos no le había aun entregado las nalgas migratorias a la dictadura.

Para cuando comenzaron a llegar aquellos presos, todavía no se podía ni hablar por teléfono directamente con Miami, había que buscar un tercer país para triangular una llamada. Ahora ¿Qué fue lo que le brindó Estados Unidos a Castro que este accedió a recibir a esa partida de delincuentes? Algunos cursaban estudios en prisiones de Estados Unidos, pero otros estaban en la calle, incluso trabajando, con la espada de la deportación encima de sus cabezas, aun así fueron a cumplir condenas a Cuba.

Los excluibles llegaron a todas las cárceles de Cuba y el Combinado del Este fue bandera en este sentido. Recuerdo que los tipos iban directamente del aeropuerto para la cárcel, sin importar si estaban o no en una prisión americana a la hora de ser repatriados. Allí se les despojaba de todas sus pertenencias, se les pasaba por un túnel desinfectador como si fuera ganado vacuno, y se le metía en una celda aislado por cuarenta y cinco días, luego, el tribunal de su municipio determinaba los años de vacaciones que debía pasar tras las rejas, así de simple.

Ahora vuelve de nuevo el fantasma del excluible a tocar las trompetas de la guerra. En las conversaciones migratorias recién concluidas, el tema que más me ha llamado la atención es el que esgrime la parte americana con respecto a los excluibles. Aparentemente, otra vez el gobierno americano va a tener que darles las nalgas migratorias a los hermanos Castro, porque de otra manera es imposible que la dictadura admita la nueva cantidad de aspirantes a excluibles que hoy desbordan las calles de Estados Unidos. Ahora pendiente a repatriación hay cien veces más cubanos que otrora, el fantasma de la repatriación está bajo las sabanas de cualquier cantidad de cubanos actualmente. En estos momentos no solo son excluibles aquellos presos que Castro mandó para acá en el éxodo de 1980, ahora puede convertirse en recluible hasta el que se le olvidó presentar la anterior declaración de impuesto y no es ciudadano.

Estados Unidos tiene el derecho como nación de deshacerse de todos los elementos indeseables y antisociales que le molestan pero ¿a costo de qué? Está claro que las conversaciones migratorias entre Cuba y Estados Unidos son pláticas donde la parte cubana siempre ha hecho el papel de sordo y la americana el papel de imbécil. Con toda seguridad el costo al derecho de repatriación va ha ser muy alto y va a incluir entre otras cosas que Cuba esgrima su derecho a mantener el impuesto del veinte por ciento a la divisa aun cuando Estados Unido permita los viajes de americanos a la Isla, y aunque esto no es tema migratorio, si es un obstáculo muy grande para que se materialicen los deseos cubanos de robar con abundancia al turista americano. También le va a pedir que aumente la cantidad de visas anuales, y le va a exigir cuanta cosa se les ocurra.

Solo para darle el derecho a este país de mandar para Cuba a toda la partida de mariguaneros y delincuentes que desbordan las calles de Miami, Estados Unidos va a tener que darle de nuevo a los hermanos Castro, las nalgas migratorias.

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