martes, 3 de marzo de 2009

Un nuevo Don, una vieja familia.

Existen solo dos formas de quitarse un régimen totalitario de encima, la primera y mas práctica es de manera violenta con ayuda internacional, las segunda, de forma gradual y desde sus propias entrañas. El régimen de la Habana será vitalicio si desde sus propias filas no sale un líder y pone fin a tan desvergonzado gobierno. La estructura política de los regimenes totalitarios de extrema izquierda o radicales religiosos son tan crueles y despiadados que en el alma de los pueblos que gobiernan crece una especie de parasito cobarde que evita cualquier manifestación de protesta, la disconformidad es endémica pero el antídoto que la paraliza lo segrega la mente en cantidades industriales, en consecuencia no hace falta reprimir constantemente para mantener al pueblo sumiso y hasta consiente y feliz de su desgracia. Dicho los anterior, pasaremos a dar la explicación del por qué el gobierno de Raúl Castro reestructuró su gabinete.

Desde hace algún tiempo el gobernante a dedo de Cuba viene haciéndose el gracioso hablando de cambios estructurales, de leche para los niños, de la rama de olivo y de una cantidad de chistes a los cuales no está acostumbrado ningún gobierno de corte estalinista como el de Cuba. Esos chistes le han traído a Raúl unos cuantos problemas que de no atacarlos a tiempo se les pueden convertir en un bumerán que arranque la cabeza de él y de lo que queda de revolución. Primero están los deseos del gobierno de Obama de cambiar la política de recuperación de divisas del gobierno cubano. Sí el gobierno americano quita las restricciones de viajes y envió de remesas a Cuba, el régimen de la Habana por reciprocidad debe eliminar la sanción del veinte por ciento que se originó justamente por la implantación de esa medida, ya por ahí el gobierno de Cuba pierde una dádiva garantizada y completamente justificada. Luego tenemos la promesa de cambios internos. Los mandatarios que han pasado por la Habana le han preguntado a Raúl sobre la implantación de la prometida reestructuración y éste no teniendo la posibilidad de reestructurar para bien al gobierno nacional hace todo lo contrario, es decir, reestructura pero para más centralismo. Todos los cambios emprendidos por Raúl no son más que una respuesta a todos los mandatarios que en los últimos meses han pasado por la Habana preguntándole sobre sus promesas de aceptación de mando. Raúl no puede hacer cambios porque con ellos le va la vida a la revolución, ni puede permitir que el estatus quo varíe un solo milímetro.

La respuesta estuvo en las intervenciones para tal efecto en el congreso americano, las discusiones para la aprobación del presupuesto incluyen una cantidad de cambios a las restricciones al régimen de Cuba y justamente algunos congresistas le han salido al paso. El Senador por New Jersey Bob Menéndez en su discurso dijo que para eliminar la restricción de envío de dineros primero la Habana debe eliminar el veinte por ciento de robo establecido. Esto no le conviene a Cuba porque con ello lo mismo le roba al cubano de afuera, al de adentro que al extranjero y las culpas son del imperialismo, de otra forma ¿Cómo le dice a un extranjero que le roba descaradamente sin echarle la culpa al imperialismo? El discurso del senador no cayó en sacos rotos, muchos senadores, incluso demócratas lo ratificaron, en consecuencias, Raúl no va a quitar el veinte por ciento y los americanos no aprueban el libre envío de remesas ¿consecuencias? El estatus quo queda tan quo como siempre.

¿Qué dirigente en Cuba tuvo siempre fama de aperturista? Lage, sin embargo, fue a Lage al primero que le serrucharon las tablas. Eso fue un mensaje interno, eliminando a Lage de la esfera gubernamental la imagen de cambios se desvanece en la mente del pueblo cubano y el regreso a los años de estalinismo clásico están garantizados. Con la nueva esfera gubernamental en Cuba se establece ya el radicalismo raulista. Los sueños de cambios se desvanecen y la pesadilla revolucionaria de los años setenta, esta vez sin la URSS vuelven a ser una realidad. Raúl ha personalizado su liderazgo, a partir de hoy quien manda en Cuba es él. El viejo consigliori pasó a ser el nuevo Don y la familia castrista se recupera y se afianza en su trayectoria. Muchas gracias.


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