viernes, 15 de febrero de 2008

"Por amor a un agujero"

Esta es la historia de un hombre que estaba locamente enamorado de un agujero; en su mente se debatían pensamientos encontrados, algunas veces de emoción, otras de tristeza, el caso es que cada mañana bien temprano antes de encontrarse con el agujero sentía maripositas en el estomago igual que cuando era niño y se enamoró de la vecina del barrio....El agujero esta vez era su vida, su paz, su libertad, su todo....Y el agua tenia sabor a tierra, la ropa de color sucio también de tierra, y la sobra de su comida llevaba tierra.....En las noches soñaba con el agujero, y la pasión por el agujero cada día se hacia mas grande y mientras mas crecía su pasión, mas crecía el agujero, y dento de él la esperanza se hacia mas grande, y se sentía libre dentro, y abría las alas de su mente y volaba su imaginación hasta los confines del mundo, y la otra acera se acercaba cada día mas....

En la mañana temprano, cuando aun no se escuchaba el sonar de las campanas, cuando su boca sabia amarga y sus ojos padecían de un pegajoso sufrir que le impedía ver con claridad la dimensión del agujero, hasta allá iba, lo acariciaba con amorosa pasión, y lo besaba.... Sus manos se llenaban de tierra, una tierra con sabor a esperanza.....

Se hacia la noche, luego llegaba el día, y la oscuridad constante de las entrañas del agujero cada día era mayor, y mayor su amor por el agujero...Allí dentro, junto a la soledad perenne casi total de la negra ceguera de su amor el tiempo no transcurría, por fuera volaba, y pasaban las horas, y los días, los meses y los años....Mas el tiempo no era la preocupación de su amor, le preocupaba en verdad que el agujero no le diera el fruto de su amor, en él había sembrado ya la simiente, y la simiente era buena y no nacía, y pasaban los meses, los años y no daba a luz el fruto de su esfuerzo, y pensaba que no era correspondido, y dudó, y la duda lo hizo sufrir, y lloraba, y le contaba de sus amores, del color de las rosas, de la luz del caliente Sol, de la sombra fresca en la que en momentos descansó...Le hablaba en susurros a las entrañas del agujero sin importarle el sabor salado de sus esfuerzos, y aunque el agujero también lo amaba, nunca le escuchó decirlo...Oh amor de mi vida, ¿cuando me darás el primogénito, cuando mi amor por ti pasará de la sublime esperanza, al momento del alumbramiento? Nunca encontró rechazo a su amor, y por ello lo amaba mas, y lo cobijaba con las sabanas de color sucio testigo de su amor, y en invierno tenia frío y aun así prefería sufrir que dejar de cobijar al amor de su vida.....Pero el agujero parecía saber que no pudría darle el fruto de sus amores, porque una vez la simiente naciera su amor acabaría, y él lo sabia, y sabia que por ello mas se alargaba el día del nacimiento, mas, nada es eterno, ni aun la espera, porque su amor era tan grande, su pasión tan profunda, que el agujero no podía evitar que crecieran sus entrañas, y al final de ellas, el fruto de ese amor....Y pasaron muchos años, y un día, cuando el amor ya era demasiado largo, la simiente nació....no lo podía creer, era hermosa, y con ella vino la luz, los olores a yerba húmeda, el aire puro le acarició la pálida faz de sus mejillas sucias de las caricias del agujero, y el sonar de la vida se hizo presente como clara era la luz que lo alumbraba...Su alegría fue tan grande que no fue a su encuentro, no hasta tener las suficientes fuerzas para salir de las entrañas del agujero....hasta allí se arrastró, y casi sin fuerzas comprendió que mas hermosa era la simiente que las negras entrañas de su amado agujero. Mas, gotas de agua salieron de las paredes del agujero, consecuencia quizás del esperado adiós...él lo comprendía, pero el amor a la simiente fue a primera vista, y por momentos pareció no importarle el sufrir de su amado agujero. Fue entonces que decidió cambiar de amores, pero el tiempo lo había castigado en verdad, y ya no era el hombre de antes, las fuerzas no eran las mismas, y la simiente era demasiado linda, resplandeciente y fresca para él, y decidió no abandonar a su amor, a su verdadero amor, aquel que le dio esperanzas, aquel que lo acompañó por tantos años, que le dio cobija en sus entrañas, calor, que lo colmó de dolorosos y hermosos recuerdos...

Así que decidió tapar el hueco por donde salio la simiente, y con las fuerzas que le quedaban tapó también las puertas que daban a las entrañas del agujero, y allí, acariciando su agujero se quedó dormido para siempre, soñando en lo felices que habían sido él y su amado agujero, y con la satisfacción de haber escapado de entre las cuatro paredes donde nació el agujero.

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