jueves, 4 de junio de 2009

Mi Prefacio

Es completamente imposible medir las emociones que despiertan en los lectores las distintas formas literarias que se le presentan en el transcurso de sus vidas. Hay muchos que ven en la literatura una especie de pedestal al cual hay que culpar por la cultura o la mediocridad del mundo, porque encima de él se alza toda la gloria y los fracasos de la humanidad. Otros creen que la literatura es el modo más sublime de entretener el alma y para ello es imprescindible la presencia inequívoca de la poesía a la hora de engordar el interior de un cuaderno. Pienso que ni lo uno, ni lo otro: Creo, como Manuel Ugarte, que es posible la nueva literatura sin acudir al abuso desmedido del adjetivo y la exagerada comparación rimbombante de las palabras. ¿Quién afirma que es indispensable ser profeta para determinar negaciones? El solo hecho de pensar por cuenta propia y exponer en un lenguaje sencillo algunas certidumbres elementales, basta a veces para singularizar a un hombre, una obra de arte.

El arte no se conforma con la unanimidad histórica de las formas, porque donde quiera que haya talento se encuentra con o sin elocuencia la forma de entretener y al mismo tiempo denunciar, informar o simplemente decir. Sócrates en su defensa dijo de los poetas lo siguiente: “Descubrí que la obra de los poetas no es fruto de la sabiduría, sino de ciertas dotes naturales, y que escriben bajo inspiración, como les pasa a los profetas y adivinos, que pronuncian frases inteligentes y bellas, pero nada es fruto de su inteligencia y muchas veces lanzan mensajes sin darse cuenta de lo que están diciendo. Algo parecido opino que ocurre en el espíritu de los poetas. Sin embargo, me percaté de que los poetas, a causa de este don de las musas, se creen los más sabios de los hombres y no sólo en estas cosas, sino en todas las demás, pero que, en realidad, no lo son” Según el hombre que solo sabía que no sabía nada, no es precisamente la inteligencia la culpable de que las gentes crean que en la literatura poética se encierra toda el arte de las artes, es el arte don de todos. Con diferentes enfoques y matices dentro del hombre mora la matriz de la cultura y el arte porque el hombre como genero en si ya es arte. ¿Qué fuera de las curiosas figuras de la naturaleza, los compases de los sonidos y la sublimidad de las palabras si no existiera quien las interpretara, o simplemente quien le diera forma a tanta complejidad? El arte solo es responsable de darle un significado tácito a la grandeza humana, nada más, todos sus matices y variantes son responsabilidad única y exclusivamente del hombre, quien en conjunción con su entorno trabaja cotidianamente dándole forma al arte como la abeja le da forma a su panal para sin saberlo alimentar con su dulce miel la existencia de otra especie.

Pudiera yo sin temor al fracaso buscar en libros y panfletos hermosas palabras de antiguos y modernos poetas o a caso hacer un llamado amoroso a las musas para que dejen en mi mente palabras bonitas que me ayuden a dar formas aburridas a interminables senderos de papel para satisfacer la idea generalizada de que sin poesía no hay arte, pero no lo puedo hacer, porque mi prosa trata la noticia, la verdad, los hechos de forma tal que la entiendan todos, los que se creen artistas y los que creen que no lo son. Mi prosa es un cocuyo en un cuarto oscuro donde moran personas que se conforman con cerrar los ojos como remedio a la intensidad de la oscuridad, sin saber que, no existe oscuridad en este universo con la fuerza suficiente para apagar la tenue luz de una vela.
En ese mundo de oscuridad quiero que more mi prosa, más ahí, justamente dentro no es necesaria, necesaria es en aquellos espacios abiertos donde moran demasiadas gentes con los ojos del corazón cerrados para no querer ver la oscuridad en que vive el prójimo, para no sentirse responsables, para echarle las culpas de las consecuencias de la oscuridad a la ignorancia, ahí es justamente donde debe morar mi prosa acusadora, delatora, incorruptible y práctica. No escribo para encantar sirenas, porque encantador de sirenas no soy, escribo para decir, para contar, para hablar. Escribo solo para que el mundo lea mi denuncia y abra los ojos del corazón y comprenda el sufrir de mis gentes, y la apoye o por lo menos la entienda. No pido limosnas de amor y comprensión, pido solo que vean, escuchen y lean la realidad en la que mi pueblo vive, se desarrolla y muere. Muchas gracias

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