miércoles, 8 de octubre de 2008

"El mal de las vacas mochas"

Las cosas que hacen los cubanos dentro de Cuba para subsistir son tantas que se pudiera escribir una enciclopedia de buena cantidad de tomos. Existen modos de buscarse la vida tan variados que, si se legalizaran Cuba fuera el país mas próspero de América.

En artículos anteriores he tocado el tema del modo que tiene el cubano para sobrevivir al margen del control gubernamental, he hablado sobre los “Verraqueros” que son aquellos profesionales del verraco que andan con el puerco macho amarrado por el cuello por todo el pueblo como si fuera un perro ofreciendo sus servicios sexuales a cualquiera que tenga una lechona; curiosamente estos verraqueros son profesionales de la materia, ellos saben si la puerca quedó embarazada del primer montaje o si hay que hacer otra prueba. Los verraqueros cobran su trabajo de dos formas, una es exigiendo una cría ya destetada, o dinero en efectivo a la hora de quedar preñada la lechona. También está la televisión por cable independiente, la televisión por satélite clandestina, la fabricación de santos extranjeros en serie, las pizzerías de plástico, las cervezas claras que conservan amistad, las fabricas de licor independientes, los tabacos de marcas personales y un incontable numero de profesiones nuevas, pero hoy voy a tomar un minuto de su tiempo para hablar de un modo nuevo de explotación ganadera.

En Cuba está totalmente prohibido comer carne de res, nadie, ni el dueño de una vaca, ternero, toro, caballo o buey, puede sacrificar su animal, ni para uso personal, ni para el comercio, es mas, si por alguna casualidad un animal se le pierde al propietario, es encarcelado aunque no tenga la menor idea del robo del ganado. He escuchado de personas que viven con el caballo dentro de la casa para que no se pierda, sin embargo, existen muchas formas de comer carne de res, todas al margen del control gubernamental; hay personas que llevan una vaca hasta la línea del tren, la amarran en ella y esperan que el pesado aparato la atropelle, cuando llegan las autoridades ya del animal no quedan ni los tarros. Otra forma muy ingeniosa es hacer un corral ganadero bajo tierra, si, así como lo leen, hay campesinos que tienen corrales bajo tierra y en ellos esconden los animales para no declararlos a los inspectores del Estado; una vaca en estado de gestación es escondida en uno de esos corrales hasta que pare, luego el ternero es alimentado de forma manual hasta que tome el tamaño necesario para ser sacrificado.

El control gubernamental con el ganado vacuno es férreo y las condenas por violar las leyes estatales al respecto son escandalosamente abusivas pero, los cubanos con tal de comer carne te sacan un bistec de debajo de cualquier manga. Hace algún tiempo el abuso con los animales por parte de los contrabandistas era excesivo, criminal y condenable, porque vaca o caballo que se encontraban sin la debida vigilancia del dueño o del Estado era sacrificado en el acto, lo mismo le cortaban las ancas al caballo vivo que a la vaca, el animal moría desangrado y la mayor parte de su cuerpo era desechado; las autoridades pusieron sebos y fueron bien severos con los bandoleros capturados en la practica abusiva, sin embargo, ahora han encontrado otro modo de comer res sin tener que sacrificar la vaca, ahora le cortan la cola al animal, le quitan la piel y la venden clandestinamente como “rabo encendido” ahora es fácil ir por el campo en Cuba y encontrarte una vaca mocha, el animal no puede azorarse los insectos y cada cinco minutos tiene que revolcarse en el pasto del potrero para rascarse. Este comportamiento es un mal que está contaminando actualmente los campos de Cuba, auque ahora el animal no muere desangrado, no deja de ser un acto criminal de abuso animal y las autoridades deben detener a esos malhechores, de lo contrario, dentro de poco Cuba va a ser el País de la vacas mochas, esperemos pues que no sean las pobres vacas quienes paguen las consecuencias de los ciclones Ike y Gustav, de lo contrario, no quedará en los potreros de Cuba una vaca con rabo. Muchas gracias.

Luís Alberto Ramírez - Miami

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