domingo, 12 de abril de 2009

Pasaporte al desastre



Una nueva crisis migratoria se puede avecinar. Cada vez que el gobierno americano suelta las riendas de las presiones al régimen de La Habana éste se envalentona y suelta los perros de la guerra a la calle. La historia se ha de repetir. A finales de los años setenta el presidente Carter le soltó la rienda a la dictadura y par de años más tarde se desbocó y se formó la crisis de las embajadas y con ella el Mariel. En el año 1994 se aflojaron de nuevo las riendas y vino el maleconazo y con él Guantánamo. Ahora la historia parece repetirse. De suceder de nuevo, y de eso no me cabe la menor duda, no podrá pues considerarse casualidad que las mayores crisis del régimen de Cuba sucedan justamente en administraciones demócratas.

El régimen de la Habana está a punto de estirar la pata (de eso no cabe la menor duda). El máximo líder perdió con su ausencia el respeto que tenía dentro de la población cubana que acobardada respiraba Fidel por los cuatro costados. Raúl Castro está tan nervioso que no sabe que hacer con sus aliados y la dirigencia del país; y la crisis de las tormentas del 2008 han llevado la economía cubana al borde del abismo con un déficit en la balanza comercial del 73 por ciento. A todo esto debemos sumarle la creciente inconformidad del pueblo cubano con las incumplidas promesas de apertura. Todo esto en conjunto ha creado una especie de tormenta dentro de una globo que está a punto de estallar, y para acabar de darle el toque de distinción se aparece la administración de Obama al rescate, sin embargo, siempre estos rescates han sido contraproducentes para la estabilidad migratoria común ¿Qué puede hacer para reciprocar las buenas intenciones de Obama el régimen de la Habana? No puede hacer nada porque esa apertura va exacerbar los antojos de emigrar y las esperanzas de los cubanos de una vida mejor y no le va a dar tiempo a Raúl ni para pensar ¿Quién viera la Isla de Cuba inundada de americanos gozando la papeleta como en los tiempos de la republica muerta? La memoria de los cubanos no alcanza siquiera a imaginarse las consecuencias de una cosa así. Por menos que eso, después de un letargo de aislamiento de solo veinte años llegaron los otrora gusanos de Miami en el año 1978 y dos años más tarde la gran mayoría del pueblo cubano se tiró contra las embajadas, ¿dígame Ud ahora, después de cincuenta años, la Habana llena de rubios enormes vestidos con playeras, pantalones cortos, chancletas y las alforjas llenas de dineros gastándolo a mano suelta en todas las bodeguitas del medio y también las de las esquinas? Eso es demasiado para no desembocar en una crisis.

Nadie sabe lo que sucede en Cuba si no penetra dentro de la masa popular y convive por unos días en esa escasa multitud que vive revolucionariamente dejándose llevar por la dirección de la revolución. Los cubanos son una especie humana muy curiosa que a consecuencia de los cincuenta años de sobrevivir en esa Ínsula enajenada del caribe llamada Cuba han creado una especie de caparazón ideológico protector que solo se sabe su reacción una vez cometido el hecho. Actúan por instinto, sin dirección colegiada y escandalosamente. Ya aquella Cuba de aseres y moninas se murió hace tiempo, ahora hay una Cuba más interesante donde el CUC ocupa un lugar cimero en el diario vivir. Cuba sin divisa se muere, pero con mucha se altera. El culto a la divisa es tan grande que ha opacado el miedo a la revolución. A los cubanos se les ha controlado el acceso a la divisa, de tal modo que la sola tenencia de ella marca la diferencia entre la pobreza y la riqueza. La cantidad no marca esa diferencia sino, solo la pequeña frecuencia. Sería pues entonces lógico pensar en un desenlace escandaloso con consecuencias impredecibles el hecho de que las puestas a los americanos se abran en Cuba sin más restricción que la obtención de un boleto de avión. Esto no va a suceder y los castristas lo saben, primero: no conviene ese tipo de apertura a la dirección del partido y el Estado porque ideológicamente atentaría con lo obligatoriamente establecido, segundo: porque la infraestructura habitacional de país no cuenta con las herramientas suficientes para aguantar tal avalancha teniendo en cuenta que Cuba representa para los americanos más que un centro turístico un emporio de curiosidad, y por último: la invasión desordenada de turistas entrando a la Habana traería para los Estados Unidos una emigración amorosa nunca antes vista.

Yo estoy completamente convencido que de abrirse las puestas de Cuba para los turistas americanos el éxodo masivo estría justo detrás de esa puerta. Sin embargo, esta vez no va a ser igual que las anteriores, ya Cuba está más madura y las consecuencias en estos momentos no serían solo desastrosas para la administración de Obama sino, también para la de Raúl. Ya no se puede pensar en abrir la válvula a la revolución cubana, no se puede en estos momentos tirar la toalla al régimen porque ya no hay tiempo. La revolución cubana está noqueada y en conteo final, no hay nada que se pueda hacer. La alta política americana va a tratar de tirarle el último cabo pero los castristas saben que sería pues contraproducente. El régimen de la Habana va a hacer lo imposible por evitarlo, alguna imposición van a implantar que las autoridades americanas no aceptarán. Algunas recomendaciones rondan por mi cabeza como son el incremento en los precios de los pasajes, la inamovilidad del impuesto sobre el dólar, la regulación de entradas por visas especiales etcétera. Todo menos permitir que los americanos entren en desbandadas por los puertos y aeropuertos, sería pues el puntillazo final. Los hermanos Castro lo saben, Obama no, ya se enterará, pero el desorden y la indisciplina no van. Muchas gracias.

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